Y que sepas entenderlo…

Me das la distancia que necesitas
y yo te doy esa mentira.
 

Me das el silencio que me pides
y yo te doy esa mentira.
 

Me das el frío que me incendia
y yo te doy esa mentira.
 

Me das la coherencia de mi locura
y yo te doy esa mentira.
 

Me das la fidelidad de ser tu amante
y yo te doy esa mentira.
 

Me das tu lado de la cama al acostarte
y yo te doy esa mentira.
 

Me das el amor eterno cuando lo terminas
y yo te doy esa mentira.
 

Me das tu olvido de mis memorias
y yo te doy esa mentira.


Me das un fraude por tu vida
y yo te doy esa mentira.
 

Me das tus gracias por mi entender
y yo te doy esa mentira.

Desvelo

Parado frente a la luz de mi sombra
estrépito de silencios callados
voy buscando el recuerdo que te nombra
en las páginas de un libro olvidado
me recuesto practicando mi muerte
dormir será eterno cuando mis dedos marchitados
no digan más presente al amor ausente
en este océano infranqueable de corazones
encallados
y se abalanza lo oscuridad del día
con tu risa de corcel desbocado
imagen tras imagen sepultando la agonía
de mi «todo puedo hacer» amputado
bebiendo el aire que respiro
mi sed en tus palabras he saciado
voto de ayuno en el sigilo
cuando moros a los besos han matado.

Canción Pagana

Este destierro de palabras.
Mi asilo de silencios esperando.
Las confiscadas alas
en primavera marchitando.
 

Este enredo de mis canas
al viento de la tarde
el fuelle de las horas vanas
van por mi piel cicatrizando.
 

Este arriero de mañanas
en los pechos de la soledad despertando
una caricia, un beso a sus entrañas
una lágrima que se va congelando.
 

Este herrero de campanas
de madera en la tarde cantando
junto a las golondrinas paganas
de la princesa que sigo amando.

Instante

Tratar de compartir la vida
en unos pocos minutos al día
hablar de colores
sabores
olores
pensar
sentir
callar
una forma de estar a tu lado
la invento
la olvido
la reinvento
la pena embriaga
las luces se apagan
las estrellas
tu mirada
y el silencio trae frío
nubes borrascosas
lágrimas
miedo al tiempo perdido
tengo miedo del olvido
silencio monstruo que te asomas
bajo la cama

entre las sombras
y nos inventamos un instante en la eternidad
y el sol vuelve a brillar.

Sólo Sombras

En las sombras y viceversa
arrastrándome con terquedad
dejando una huella perversa
de ahogo de inmensa soledad.
 

Con lágrimas de mi propio barro
mi lengua modela besos de sal
bajo la luna. Y de sus rayos esclavo
me arrastro para a tu lado llegar.
 

Mis manos simples carnes putrefactas
que la palabra buscan sanar
poesía miseria de historia nefasta
poeta muerto que en el poema sabe resucitar.

Susurro Invisible

Presintiendo el gélido destino
de la vela olvidada en la noche
la canción ausente en el vidrio
de la ventana por el viento acariciada
voy sangrando por las manos
la negra tinta de mis venas
ramas a contraluz de mis brazos
imagen tomada con el corazón
la nostalgia flotando sobre las hojas
empaña al silencio
mil preguntas galopan
sobre la mente tristemente ausente.

Enséñame

A ti, que blandes al viento la pluma
madurando palabras brotes gemidos.
A ti, que del mar haces brotar la espuma
sintiendo la bahía gaviotas chirridos.
 

A ti, que modelas al silencio con las manos
hojeando imposibles sueños.
A ti, que me presientes esperando en vano
en tus propios versos anónimos ajenos.
 

A ti, que me sorprendes cada día
recitando la vida con tus ojos de ventana.
A ti, que al alma has vuelto lejanía
llevándome en tu pecho cada noche a tu cama.

Loca Realidad

¿Quién podrá devolverme la sonrisa?
¿Quién desenvolver la cáscara de mi ser?
¿Quién la mano en mi cornisa?
¿Quién devolver el alma de esta nuez?
 

El yo viendo en la ventana, el ella creando su reflejo
El despertar muriendo en la mañana, el ir
buscándote en mi espejo
¿Qué sentido el sinsentido de lo vivido no vivido?
¿Las preguntas sin respuestas se escabullen en la
almohada?
¿Sabes cuánto me das cuando nada puedes darme?
¿Me entierra el peso del aire en mis manos
enamorada?
 

Flagelarse soñando presencia, amputarse ausencias
La cruel sinceridad de la distancia, mi loca realidad
de tu ausencia.

Presencia Atemporal

Veleros anclados en los adoquines
inundados
de charquitos de poesía
así la vida un día
pasar nos vio.
Máxima desobediencia al destino
es la vuelta
sobre los pasos
del viajero
peregrino
que partió con el exilio
del beso
de tus labios
en los ríos de la piel
de tu espalda.
Bandera
de tierra de nadie
como extraño en conocido camino
de barro
que envuelve los pies
de este amor
clandestino.

Conciencia Dormida

El amparo en los confines del tropiezo
de un equilibrista en caída libre
a la cárcel de nuestros orígenes
los huesos, los huesos
testigos silenciosos cuando todo termine
abono de tus flores en tus jardines.
 

Mis palabras sin domesticar
la fiebre del sol no les alcanzó
para entibiar la distancia inmortal
del cielo infinito sin estrellas
bajo el mar que naufragó
sobre tu espalda y su humedad.
 

Mendigo echado sobre la sombra
de un dejo del aliento de tus pasos
sobre mi cama desierta
olvido anclado en recuerdos que te nombran
levitando me siento en los trazos
de la conciencia que al soñar despierta.

Reflejo

Un pedazo de carne viviendo un sueño
tres cuartos de agua en la acuarela del destino
un suspiro y un vendaval en la hojas del otoño
esto soy: un centauro peregrino.
 

Yo, el de los ojos empañados de invierno
la ventana que mira tu reflejo inventado
yo, el de la boca que grita en un cuaderno
quien por la oscuridad de la puerta fue tragado.
 

Esto soy…
un día de verano
que quiso ser invierno
un copo de nieve en el infierno.

Inspiración

El vértigo de la gota arrojada al vacío
soy quien espera esperando a mis versos
la pluma chorrea de hastío
la hoja frondosa, como desierto.
 

La cara blanca insultando al silencio
el aire impenetrable, sólido, inamovible
la nada que brota de mi mayor esfuerzo.
 

Distancia migratoria el hojeo en blanco
en fuga de la palabra mi mano, mi llanto.
 

El salto crea al abismo del grito el silencio.

Estás allá / aquí conmigo

Y tu imagen está / para sus ojos
y tu piel está / para sus manos
y tu voz está / para sus oídos
y tu sabor está / para sus labios
y tu aroma está / para sus sentidos
y tu alma… conmigo.
 

Y tus horas pasan / a su lado
y días corren/ a su lado
y el futuro se acerca / a su lado
y el pasado revives / a su lado
y el presente… a solas.
 

Y palabras dibujas / a quien no quiere ver
y palabras enredas / a quien no sabe ver
y palabras inventas / a quien no puede ver
y palabras disfrazas / a quien no ha de ser
y silencios… hablamos.
 

Y un día especial / como todo día a tu lado
y soñar estar / despertar alejado
y admirarte por ser / realidad lo soñado
y la muerte en el papel / tu nombre inmortalizado
y hallar la forma… de estropearlo.


Y el sudor de tu piel / transpira mis manos
y el sabor de tus labios / qué forma de amarnos
y el aroma de tu cuerpo / recuerdos que guardamos
y el sonido de tu voz / por dentro sentir quemarnos
y estás allá… aquí conmigo.

De este lado

Rito oscuro la ausencia
del gorrión en noche de lluvia
las luces que se enfrían
la calle que se aleja
gotas que caen lentas
frío que hiere
pensar en agonía.
 

Palabras que soplan
erizando las ideas
tras la ventana
de este lado
los veo intercambiar movimientos de labios
no sé si se aman, no sé si pelean
pero cálidos, abrigados, distantemente juntos.
 

La vida pasa otro invierno
otra noche en el infierno
y la lluvia moja
y no son tus besos
la palabra distancia
se aleja con la olas
y me acurruco

y me mojo
cierro los ojos.
 

En la mañana se arrebatarán las hojas
desbordes de la lluvia en el cordón
un manojo de plumas
que del árbol en la noche cayó.

Bahía Pasarela

Se oyó en la voz del viento
en el marco del oro azul
la canción cautiva del tiempo.
 

Melodía que eres tú
en un recuerdo atrapada
del viejo baúl.
 

Bahía de pasarela enmarcada
disecando corazones partidos
envasándolos en una madrugada.
 

Latentes lejanías del frío
hoy lloran copos entumecidos.
Llegará la primavera a tu corazón entumecido.

Un Sábado de Julio

Una canción entre los ecos
pasos que se alejan
imagen en el rabillo del ojo
presencia que corta el aire.
 

Murmullo disonante
preguntas que son respuestas
mirada disfrazada
sonrisa encubierta.
 

Intuición de locos
manos sudorosas
instante, efímero, perdurable
un rayo en la oscuridad.
 

Ni luz ni sombra
nos reconocimos
magnetismo inseparable
esta es nuestra verdad.

Amantes

Mano afilada destiñendo posibles
encuentros encallados
en la saliente luna del invierno
que antecede a la locura
del delirio emancipado.
 

Vista oxidada de encuentros imposibles
desenfoque atiborrado
escabulléndose al infinito
salpicando momentos
del corazón enmarcado.
 

Boca que deshoja labios carmesí
palabra desnuda
que se ahoga en el aire
muere antes de nacer
resucita en el silencio enamorado.

Al otro lado del espejo

El orden de las cosas desintegra la memoria
los motivos y razones del resto
parecen siempre ser mas válidas que las mías
libros en los estantes, la foto con dedicatoria
y a la vida otro día le apuesto
maestra alumna, seguidora y Mesías.
 

Desparpajo de palabras desnutridas
conglomerado de fotografías veladas
mamarracho de trazos perdidos
procesión en velatorio de ideas
de mi mente a mis dedos enmohecidos
inspiración a que despierte no esperas.
 

Qué loco el de la imagen de mi espejo
creyó que con amar bastaría
la bruma empañada de sus ojos esquivos
vislumbran posibles futuros en lejanía.
 

Yo, el cuerdo, de este lado de la vida
lloro tu ausencia loca mía
vivo pensando que podría
enloquecer amándote cada día.

¿Qué le habrán hecho mis manos?

Vulnerable a mi propia cárcel
ladrillo a ladrillo levantada
en pensamientos y recuerdos.
Asustarme cuando veo amanecer
arrancarme las costillas
Y tapiar el hueco de ventana.
 

Una blasfemia
escupirle a la vida
a la cara cada mañana.
Estás aquí, a mi lado
en mí, dentro de mí
en mi futuro, en mi pasado.
 

Y hablamos, nos sonreímos
nos contamos, nos callamos
y por un segundo en el paraíso nos adentramos.
Pero estoy acá, y vos allá
y en el mundo de palabras
el infierno ni siquiera entibia.
 

Y pienso
que toda luz se aleje

para no volver.
Fatiga inconsolable
arrastrándose
con la frente en alto.
 

La espera
arriar estrellas
con la mirada.
Castillo de arena
que explicas del futuro
a las olas.
 

Emancipar el alma
queriéndola ver crecer
nada más silencioso que un grito escrito.
Tus manos son una cascada de letras
mis ojos un desierto con
letras semillas que quieren crecer.

Concedido

El pájaro soñó ser hombre
cansado ya de volar
quiso pronunciar los nombres
quiso manos para crear.
 

El pájaro le pidió a Dios su deseo
aquel Dios le quitó las plumas sin dudar
entonces hizo herramientas y fuego
escribió sus palabras para poderlas cantar.
 

El pájaro, anclado a su sombra en la tierra
hoy el arte solo al cielo lo eleva
plumas y viento es lo que desea
el hombre soñó ser pájaro…una vez más.

Disección

Buscar las letras precisas
cincelar palabras, esculpir estrofas
dar vida a la muerta hoja
matar a la muerte, caricias, solamente caricias.
 

Rima monstruo indomable
metáfora heroína infinita
de su batalla cruel y esquiva
robarles quiero lo indescifrable.
 

Rojo intenso mi ciego corazón
en busca de imágenes y color
disección de partes inseparables
la pluma como escalpelo del alma y del amor.

Mi Último Latido

Un espacio vacío
a mi lado
el horizonte escondido
tras mis párpados.
 

La boca se llena
de la nada
se atraganta
de la falta.
 

La humedad del aire
que respiro
se condensa
en la mejilla.
 

Un futuro distante
por dos años vividos
acarician mi espalda
las horas perdidas.
 

Juntar fuerzas
¿dónde se habrán caído?
Amar, amar, amar…
Y fue mi último latido.

Navegando

Se acerca una tormenta
y yo en mi cáscara de nuez
los orígenes… de un sueño
sin playa donde volver
el reloj de otoño… dejando caer las horas
navegando
en el destierro del ser
quien no quieres que sea ahora.
 

Nubes negras de pensamientos
rayos de palabras malditas
huracán de recuerdos del paraíso
lluvia que te borraron los besos y las caricias.
 

Morir una verdad
vivir una mentira
el tiempo no tendrá piedad
ni olvidará las heridas.

Estrellas que miran al hombre

En los ojos/ un objetivo
del alma, de la carne,
que despierta en sueños, que se vive de verdad.
 

El tiempo/ no es espera
Peldaños son de la inmensidad
La distancia sólo etapa de cultivar.
 

Las palabras/ que nacen sin cesar,
escritas en Diente de León,
para que el viento las pueda llevar.
 

Las lágrimas/ torrentes de perpetuidad,
ríos donde navegan nuestros anhelos,
se ha vuelto el arte, un puerto donde embarcar.
 

Los sentimientos/ aliados y enemigos,
son las velas en este mar sin sal,
se extienden/
acaparan/
condicionan al viento.
Tan difíciles de controlar.


La guía/ en cada segundo de oscuridad,
una cruz en el cielo, tatuada en las pupilas,
tantas palabras/ es /simplemente amar.

Exilio de la vida

Noche hastiada del hastío
bosquejando puertas en el tiempo
mamarracho de lágrimas como río
volver cantando en silencio
hastío de la noche infinita
que termina en el borde de la cama
hastío de la primavera en una hoja marchita
cuando la nieve colores reclama
barro elemental hastiado del piso
buscando manos que lo formen
fuego enloquecido de tanto frío
ya no hay noche en que lo nombren
tiempo, maldito tiempo
no se detiene y no pasa
exiliado en un pasado momento
ya soy un extraño en mi casa.

Calles Vacías

Caminas por calles vacías que ni el viento las habita.
Su suelo de huellas desnudo y el tiempo hace tiempo
se detuvo.
Y es tu sombra lo más próximo a un sonido que
grita.
La mente en blanco como escudo, la lanza es tu
corazón verdugo.
 

Caballero sin más nobleza que las batallas perdidas
y una corona de recuerdos oxidados.
Las medallas que cuelgan de su pecho son heridas
de las luchas en los campos del amor.
 

¿Qué estigma te devuelve las fuerzas para seguir?
Para que luches otro día con la esperanza de la
victoria.
Si lastima esa lágrima que forja tu sentir.
Como reproche a la alabanza de esta nueva historia.
 

Y te levantas luego de cada golpe mortal.
Como diciendo «si me voy te vienes conmigo»
No si eres un guerrero o inconsciente que no deja
de luchar.
Sólo sé que quieres compartir tu corazón herido
.

Silencio

Permítanme este silencio,
este autista momento,
del alma que ya no tengo,
el eco de un corazón que no encuentro.
 

De la vida me ha enajenado,
atándome con un instante en el tiempo,
la de su beso con sus labios enmarcados,
la de sus palabras que se fueron con el viento.
 

Paredes y techo de papel, por poesía enjaulado,
sin antes ni después, hasta el otoño se ha
marchitado,
pasará la vida y de sus sueños seré olvidado,
un hombre sin rostro, sin nombre, el amante que no
fue amado.
 

Y de pensamientos posibles me he estancado,
dando vuelta cada palabra buscando nuevos
significados,
la vista apagada, los labios cerrados,
otro final olvidado.

A ti

Delirio tierno de la piel sudorosa
frontera irreal de labios y besos
callada dices tanto
los gemidos de tus piernas temblorosas.
 

Inconforme de formas está el cuerpo
buscando poses escondidas en las sombras
albedrío del pecado que se ahonda
de las almas olvidadas del tiempo.
 

Ola de mar sin espuma
las lenguas en la playa de la pasión
dejando camino de huellas el corazón
tapiz de arena y sal mojado por la luna.

Invernando Recuerdos

El ruido de la nieve
golpeando el suelo
viento que busca
refugio en las hojas
cascadas sonantes
cubriéndose de hielo
aroma de invierno
de color escarcha
cristales diamantes
cayendo del cielo
sonidos del frío
que recuerdan al infierno
el mundo empieza de cero
cada invierno, cada invierno
borrando colores
invernando recuerdos.

Noche

Mal pintada de estrellas
visita inevitable
alero de sombras
noche que se abre.
 

Manto agrietado
filtrando recuerdos
nostalgias magras
noche de los adentros.
 

Límite de luces
rompiendo barreras
presagio del fin
noche sin banderas.
 

Te alimentas de almas
embriagada de recuerdos
adicta de penas silenciosas
noche que en la mañana no ha muerto.

Sueños dormidos

Un adiós vestido de exilio,
las líneas blancas del camino.
Dagas que clavan la mirada.
Un grito al dios del destino,
¡cretino! ¡cretino! ¡cretino!
Sólo la amé una madrugada.
 

Una convivencia disfrazada
de azul turquesa, veleros y una bahía encallada.
 

La resistencia del alma al olvido,
la piel, en silencio, sin quejarse,
es la que más ha perdido.
Te duermes, la ves a tu lado, por un instante.
Te despiertas... estabas dormido.

Dulce sueño

Dulce sueño que no soñé todavía
soñar tocarte despertando lejanía
soñar amar en rebeldía
soñar despertar con el alma vacía.
Dulce locura de creer que podía
soñar sueños que nunca creería
soñar que despiertas mi noche cada día
soñar que me llevas en tus brazos a mi cercanía.
Dulce morir sintiendo que latía
Soñar un corazón que no moría
Soñar una razón que no tenía
Soñar es amar con la piel adormecida.

Mi Frase Oscura

Mi voz
sombra del viento
nacida en una selva colorada
hoy transita el desierto
viendo al mar como morada.
 

Camino
de poeta maldecido
sueños y realidades mezcladas
infancia aquella que has crecido
jugando tardes bajo la arbolada.
 

Río
de infinito destino
horadando recuerdos de madrugada
horizontes verdes en mi bosque albino
de remanso disfrazas tu cascada.
 

Golpes
y tropiezos en siesta
enderezarse y sacudirse la carne mal tratada
y la vida otra noche asesta
y de nuevo esperamos la madrugada.


Crecemos
y nos creemos dueños de nuestro destino
y ya nada son para juegos nuestras escapadas
atrévete a jugar como cuando niños
entre la luz y las sombras de hojas despeinadas.
 

Amar
amarte cada día
en palabras latidas en tintas oxidadas
de piel y sabores la poesía
imborrable el instante de pasiones exiliadas.
 

Creer
posible detener al río del tiempo
en un soplo del otoño del primer copo de la nevada
que el golpe en la puerta no sea solo del viento
que vendaval sea tu llegada.

Letras Calladas

Ver el cielo y comprender
muerte y amar no se eligen
a veces llegan sin que las podamos ver
reclaman la carne
los rincones de la soledad hasta su origen
horizonte lejano a descubrir
tan inútil para el pájaro que ha muerto
nido de amantes que no pudieron vivir
aleteo de páginas amarillentas
mariposas que florecen en versos
estruendo de letras calladas
endulzando la hiel de los besos
dagas en lo profundo clavadas
seguirá siendo amor
como la muerte en mis huesos.

Malditos Poetas

Cenizas del tiempo las horas pasadas
abono de la tierra por recuerdos habitada
lecho de semillas a futuras decisiones
fruto de aciertos o lágrimas de errores
amor que bebes de los labios
amor utopía de enamorados
incomprendido, mal usado
idolatrado, crucificado
lluvia de emociones calladas
canción de cuna de la madrugada
tu presencia gota a gota se eleva
ahogados en el último respiro pidiendo que llueva
entornos y adornos
del todo y la nada
trastorno que nombro
poesía en una palabra
significado que es uno
alguno o ninguno
arriero de letras
malditos poetas.

Sueños Lejanos

Saciar el alma
con un sorbo de otoño
un trozo de abril
sofocarse de nieve
empapelar al mar
un poema parir.
 

Cantar una ausencia
brindar con ella
con ella dormir
inventar un estado de ánimo
nombrarlo golondrina
sólo para verlo partir.
 

Rojo dulce
noche esquizofrénica
ruidos para no oír
mañana lenta
aletargada
nuevamente despierto sin ti.

Silencio Incomprendido

Con el gusto de tu lengua en mis labios
construyo castillos de silencios.
 

El tiempo llueve fotografías manuscritas
y en mis ojos la poesía de tu imagen.
 

Canción muda la del recuerdo
danzando en los latidos de mi pecho.
 

Ahogada en el desierto de mis manos
tu espalda húmeda se revuelca.
 

Recuerdos que queman la memoria
veleros del mar rendido.
 

Lágrimas tajando la cara
sal alimentando las heridas.

Sobre el amor y otros demonios

Un amante…
sabiendo que no podría ser.


Amor…
que no sabe de distancias
sabiéndose muy lejos.


Amor…
de besos afónicos
caricias aletargadas.


Amor…
desengañado del engaño
pareja de la pareja.


Seguros…
de lo imprevisible
el imposible posible
de una noche
de dos
de miles
de ninguna.


Despertares…
soledades compartidas
convivencia en fuga
dualidad irreflexiva
disonante rima de poesía.


Instantáneas…
efímeras
sentir escrito
hacer diciendo
fidelidad de algo
infiel de nada.


…no elegí amarte
elegí hacerlo a pesar de…

Poesía maldita

Poesía maldita
hurgando las venas
despojas de palabras los dedos
irrumpes sueños mal dormidos
corrompes realidades ajenas
buscas por las noches perdidas
escritores virtuosos de vergüenza
los chupas como vampiro
esclavos eternos serán de tu rima
vives del vacío
vestida de soledad
libre albedrío de escribir
y callar
bebes lágrimas
respiras lo que ya no está
te alimentas de mi carne
hasta los huesos ver brillar
maldita poesía de amar
sin poder amar
poesía arrítmica
de inspiración te gusta disfrazar.
Vulneras
despojas

arrebatas
adiccionas
¡Maldita poesía!
¡Ven, desnúdame!
¡Acribíllame!
Necesito por los dedos sangrar.

Una Fría Noche

La luna hace más negra la noche,
el chapoteo del barro en mis pies alargan el camino.
El recuerdo de la lluvia como abrigo
y el titilar de estrellas como reproche.
Sin detenerme de verdad, golpeo una puerta abierta,
brindo del vaso de un enemigo.
A mi salud, como en toda apuesta, me juego la vida,
quizás por saberla ya perdida.
Nos lleva a ese punto de seguir cuando ya no hay
camino,
a dar paso tras paso en el aire viendo alejarse el
¿límite del abismo?
¿Es amor o desamor? ¿Es costumbre o miedo al
destino?
Cuando el silencio es el más insultante cinismo.
Cuando un gesto duele como llaga al fuego.
Cuando es un ritual las dagas del recuerdo,
memorias de sentir amar, amor de ciegos,
y de repente, te encuentras sin lugar dentro de tu
cuerpo.
Ese mundo de tibias brisas que se vuelven infierno.
De besar la lluvia a parir océanos de lágrimas.
De ver tus sueños realizados como si fueran los de
un extraño.

Y llegas a tu hogar con la sensación de estar
partiendo,
ese libro que sobre tu piel escribes las páginas,
y gritas muy fuerte, y ni el eco llega, y piensas
«quizás todo ha sido en vano...»
Pago mi cuenta y una moneda de propina resuena
sobre la tabla,
ajusto mi sombrero, lloverá fuerte esta noche,
y el viento, aliado de mis malos recuerdos, no me
dará calma.
Me despido con una mirada, hay conversaciones que
no necesitan habla.
El cielo sin estrellas pero la luna deja ver su brillo
como broche,
Y entre la niebla del bosque, tu imagen acompaña
mi alma.

Te deseo un mundo Libre de demonios y lleno de luz

Nuevamente me he embarcado en una cáscara de
nuez, buscando aquellas mágicas e inexistentes
palabras que puedan servir como tibio lecho para tus
más desbocados demonios.
He pasado largas horas de luna, consumiendo de
pitada a pitada, tanto escrito olvidado que
recordé. Ese velo de alquitrán que azota como ola de
mar embravecido a mi tímida y humilde embarcación.
Encontré algunas frases, pero al acercarme
descubro que no son sino espejismos en el mar. Ni
siquiera una buena playa donde encallar, ninguna
botella que sirva de compañía a éste náufrago sin ganas
de rescate.
Así que cerré los libros y busqué un mensaje en la
textura de sus tapas. Apagué la luz de esa vela que
nunca enciendo, buscando convertirme en sombra de
las sombras, de la tuya. Para así entender las cosas sin
mirarlas, sin tocarlas. Tan sólo dejando que su aroma
me divulgue la esencia de su existencia.
Confieso que he apelado a mis conocimientos
de brujería. Necesitaba de ellos para dar un nombre
a cuanto que no lo posee ni necesita. Buscaba convertir
en objeto tangible y sonante un sentimiento. Agradezco
al conocimiento enseñando por mi tutor en cosas de
brujos. Un viejo y mohecido libro, de cubierta gruesa,
áspera, de cicatrices que sólo da una vida. Un libro
que no puedes abrir, uno que se descubre sólo cuando
quieres aprender. Tiene sus páginas en blanco, y ello
ya es una mentira, el tiempo las ha vuelto amarillas.
Pero no hay letras ni signos en él. No los necesita, no
es para leer y sólo se abre cuando no hay luz que lo
lastime.
Me enseñó mi libro que la palabra amor se forma
con las mismas letras que la palabra verdad. Me enseñó
que Dios le dio habla al hombre para que diga cosas
con el corazón, sinceras, verdaderas; y que si no puede
con estos conceptos, es mejor que no diga nada. Y
que cuando habla, no debe temer a sus palabras, ya
que su corazón, envuelto en verdad, será quien le
muestre su razón. Y la razón no será para él, sino para
quienes escuchen y para quienes no quieran oír. Ya
que él no necesita razón, él habla con el corazón.
Me enseñó que no todo lo que diga será bien visto,
aunque sea sincero y con amor. Que hay personas que
prefieren vivir una mentira a morir por una verdad. Y
la muerte en este caso solamente se refiere a un cambio
que puede ser de pensar, de conducta, de sentir. Pero
es sólo eso, un cambio. ¿Será por esto que los hombres
temen tanto a los cambios?
Me enseñó mi libro brujo que cada primer día de
primavera debo ir al bosque e inspirar profundamente,
para que el aroma de la nueva vida inunde mi alma,
para aprender a enamorarme de una flor por su aroma
y no su color, ya que esto último es perenne, pero su
aroma vivirá por siempre en mis recuerdos.
Me enseñó a mirar y no a ver. Ya que las cosas más
simples suelen ser las más complejas y cuentan una
historia que hace de los sucesos de una vida entera
meros datos estadísticos. ¿Recuerdas la foto de la pareja
de ancianos en la playa?
Supo cómo mostrarme el libro que un abrazo no
significa tener a quién abrazar. Que el deseo de abrazar
y más aún, el saberse deseado de un abrazo hace que
uno se sienta acompañado y protegido aun en la más
despiadada soledad.
Aprendí de él también que el brillo de los ojos no
siempre es por lágrimas, que suele darse por el deseo
de un alma de ser encontrada, que se siente como faro
en las tinieblas, que espera a nuestro barquito que la
divise.
También me habló de las lágrimas, esas que no se
lloran, esas que valen la pena. De cómo intuir esos
llantos que se confunden con lluvia de otoño en las
ventanas. De cómo hay que acompañarlos y no tratar
de secarlos. Después de todo, una lágrima o una gota
de agua, son símbolos de vida, de creadores de vida;
que si una gota puede hacer que un retoño nazca del
suelo más seco, una lágrima puede lograr que nazca
un sentimiento en una persona que,
hasta ese momento, desconocías su existencia.
Viejo libro, gracias por enseñarme a volar, por
mostrarme que debemos abrir las alas si queremos
reclamar al viento como aliado. Por compartir conmigo
la sabiduría de que sólo los seres alados pueden seguir
un atardecer mientras que aquellos anclados al suelo
ya se acurrucan tratando de escapar de sus demonios.
Y quizás lo más bello que me has enseñado es que
necesitamos de esa oscuridad total para ver cuán fuerte
es nuestra propia luz. Que la debemos llevar a todas
partes, que la debemos compartir, no sólo como idea
de alumbrar caminos, sino como vívido y eterno
recuerdo de lo que fue mirarnos.
En el mundo vivimos rodeados de demonios, los
que llegan desde afuera, los que viven en nuestros
sueños. Sólo nuestra luz los puede matar, los hace
frágiles. Tanto, que al final, pedirán de nuestra ayuda
en la oscuridad. Ya que nos sabrán como los señores
de la noche, los amos de las tinieblas, porque llevamos
luz, porque poseemos luz, porque somos luz.

Equilibrio

El equilibrio no es un punto exacto en el universo
ni una manifestación de la azarosa naturaleza.
No es la primera gota de lluvia que suena en el
entretecho
ni que la primavera fuerce a una flor que florezca.
El equilibrio es estar con esa otra alma y compartir,
esa que nos complementa y enseña el valor de amar.
El equilibrio puede ser inclinar la balanza para ser
feliz,
jugarse por sentir, dejarse de lado al pensar.
El equilibrio no es mantenerse sobre la cuerda,
pensando cada paso, sin dejarse caer.
El equilibrio es disfrutar esa caída, con la
satisfacción de vértigo,
extendiendo las alas, dejándose ser.
El equilibrio puede ser estar estancado en la vida,
un punto inmóvil del universo.
La felicidad son los torbellinos de cada día,
esos que a veces llegan ocultos en versos.

Tocando el cielo con mis manos

La habitación oscura como mar profundo. La noche
llena de estrellas que cantan como grillos en la soledad.
Mis recuerdos me llevan siempre a aquel lugar. La luna
se asoma jugando con su sensualidad, la de su brillo
promiscuo sobre nuestra humanidad. Las cortinas
bailan avivando el suspiro del deseo de amar. Siento
tu roce, casi un grito de necesidad, de la piel desnuda
frotando las sábanas. Giro lentamente buscando con
curiosidad, tu mano me detiene, boca arriba, mirando
el techo y las sombras que se reflejan de una rama, me
dicen que son tus brazos quitándose hasta la última
hoja otoñal. Mi cuerpo responde, se agita, se estremece,
se inquieta, espera tu propuesta que no tarda en llegar.
Sin palabras, sólo me tocas para acomodar las piezas
de este juego llamado amar. Veo tu silueta recortada
en la luz de la ventana, no distingo detalles pero sé que
de espaldas estás. El calor de la noche se hace fuego,
la piel comienza a sudar, quiero tomarte pero escapas,
te resbalas de la ansiedad. Distingo apenas los pliegues
de tus piernas, que se acomodan, se mueven lentos,
pero se mueven, un movimiento, se detienen un
segundo y vuelven a comenzar.
Siento tus manos aprisionando mis piernas,
sujetándome como brioso corcel a punto de saltar. Veo
que levantas la cabeza mirando al cielo sin mirar. Giras
a un lado dejándome intuir que no necesitas de los
ojos para gozar. Y tu espalda comienza a brillar, mil
estrellas que son gotitas de felicidad. Y te recorro con
las puntas de mis dedos, dibujando plegarias a la diosa
del placer, pidiéndole al tiempo que deje de correr. Y
los suaves movimientos se hacen galopes sin control.
Y mis manos ya no dibujan, ahora tallan con sus
uñas bajorrelieves en tu piel desnuda. Por segundos
dejo de respirar, sólo puedo sentir ese demonio que
se ha apoderado de los dos, volviéndonos uno en el
amor. Y mi cuerpo llega profundo, sintiendo el límite
de tu cuerpo, pero llevándolo más allá. Todo es color
rojo carmesí, el brillo de la piel en su límite de
expansión. Las venas dibujadas como las ramas de la
noche, oscuras, con sangre que el torrente de un río,
en tus aguas claras y dulces, que son un mar oscuro y
salado, se han de perder, buscan unirse, tratan de
fundirse en un lodazal. Y aprendo tus formas, las
dibujo con mis dedos recorriendo tu piel, busco tus
labios, me los mojas, los esquivas, los retienes con un
mordisco, luego los absorbes con tu aire y vuelves a
respirar. Intento levantarme pero soy tu prisionero, tu
esclavo, tu deseo carnal, así lo entiendo, y me rindo y
no quiero escapar. Te tomo de la cintura, te ayudo a
jugar, te levanto y dejo caer, y luego de nuevo, y luego
otra vez. Y tu grito se corta, aire que no llega porque
tu cuerpo sólo quiere amar. Bajo las manos, tratando
de tu cuerpo acomodar, hago espacio entre tus carnes,
quiero sentirte mas cerca, que entre tú y yo no haya
lugar. Y lo logro, ni espacio para más que piel entre
los dos. Y mi mano a tu cuello, te sujeto, te tiro hacia
atrás. Se resbalan los dedos, la humedad, esa humedad.
Y busco besarte y no puedo, desquitándome a
mordiscones me sentirás. Tu espalda un campo de
batalla, con los signos de una lucha mortal. El mundo
se ha vuelto nada, tu cuerpo y el mío batiéndose a
duelo una madrugada. La cama testigo mudo que
empieza a chillar. Y sigo recorriéndote, ya no para
escapar, sólo como sumiso náufrago en medio de la
tempestad. Las aguas que corren sin piedad, dan a
este sediento hombre un hilo de saciedad. Pero
quiero más, lo busco con mis dedos, apenas gotas se
empapan en ellos, los llevo a mis labios, lo sé disfrutar,
de a poquito, de a poquito y quiero más.
Tu frenesí se ha vuelto a desbocar, guías mis manos,
de tu vientre hemos de comenzar, subo lentamente
hasta tus curvas deliciosas, veo signos que me invitan
a continuar, sus centros erguidos, apuntando
quién sabe a qué lugar, los dejos por mis dedos
pasar, que recorran cada centímetro de mis palmas,
que escribas con ellos en la memoria de mi piel, todo
aquello que la tuya llama placer. Y llegan besos, ya
casi sin besar, besos de los cuales brotan ríos, mojan
labios y piel. Besos cansados al hastío de besar y no
saciar la piel. Y en la profundidad de tu cuerpo,
allí donde sólo siente tu alma, el mío deja marcas,
nuevos límites, nuevos conceptos de lo que significa
amar. Y la música de un gemido, ahogado en un grito,
incoherencias de nuestro lado animal volviendo a nacer,
nos dice que ha llegado la hora de que ese río entrando
en el mar empiece a correr, descontrolado, abnegando
los rincones mas íntimos de dos almas que se volvieron
a encontrar. Y los segundos se hacen lentos, la luna ha
dejado de brillar, todo como una película muda que
llega a su final, cada vez más despacio, tratando de
eternizar un instante, hacerlo bandera del placer, con
tus dedos buscas ese néctar, lo llevas a tus labios y lo
saboreas como a la miel. Mi cuerpo se abate, siente
los golpes de la batalla, mi piel sangra y mis ojos lloran.
Y te apiadas de mí, giras y recuestas tu cuerpo sobre el
mío, sentimos los corazones agitados, latiendo uno
sobre el otro. Me miras con inocencia y picardía, esa
diablura de tu rostro que solo puedo imaginar. Tomo
tu rostro entre mis manos, te beso, te beso, te beso y la
batalla vuelve a comenzar, después de todo, sólo somos
humanos, y este hombre ha tocado el cielo con sus
manos cuando te pudo amar.

Oscuridad Silenciosa

Oscuridad silenciosa. Caminando por las calles
mojadas de recuerdos en penumbra tu silueta recortada
en un charquito de adoquines. Sin más altruismo que
el de las farolas que nada entienden del suspiro de los
amantes de las estrellas. Oscuridad extraña, observada
por las sombras de los recodos de la pasarela. Caminas
sin percatarte del eco de tus pasos. Caminas y frente a
ti la ciudad que se aleja, se evapora, se esfuma sin más
rostros que el de la luna. Y escuchas una voz y es la
tuya… ¿te acuerdas de las noches bellas? ¿recuerdas
el hacer como motivo y lo hecho de significado?
Y se detiene, y piensa…
Silencio adormecido que penetra por la boca,
desgarra la garganta y destroza el pecho. Cada paso
oscuro alimenta la noche, caníbal de almas que ya sólo
respiran, almas abandonadas al olvido. Oscuridad
silenciosa, caminando te sorprende un amanecer de
grises desteñidos de euforia, que chorrean por el paisaje
por el cual escurres tus pies hacia un nuevo abismo, el
de tu morada, el mismo. Oscuridad silenciosa, sabes
que vendrán colores cuando los labios pronuncien lo
que tu corazón late.